- No, no… Pero si sos un tarado, Michael. ¡¿Cómo le vas a hacer eso a Brendon, eh?! ¿Qué te hizo él para que vos vayas y de la nada le comiences a pegar así como así?- le gritaba Alice, echando fuego por los ojos mientras le revoleaba almohadones de su cama por el pasillo.
Gerard y Tony estaban sentados en el sofá de la sala, escuchando atentamente la discusión de los otros dos. Tony estaba un tanto nervioso por lo que su amiga podría llegar a hacerle al bajista, en cambio Gerard se moría de la risa en cuento ella lo insultaba. Cuando quería la nena podía parecer un camionero enojado.
- Ay, ¿no tendrías que ir a pararlos? En cualquier momento se agarran de los pelos…- le decía Anthony a Gee tapándose la boca con una mano al escuchar cómo un almohadón tiraba algo como una lata.
- Nah, dejalos que se descarguen un poco… A demás, no soy quién para meterme. El problema es de ellos dos, no mío. Yo nada más me divierto- le responde el cantante restándole importancia al asunto con un gesto de la cara.
- Vos siempre tan servicial…- comenta Tony acomodándose en su asiento.
- ¡¿Y qué carajo querías que hiciera?! ¡El chabón te re manoseó enfrente mío, sin contar que te comió la boca! ¿Esperabas que me quedara quieto, eh?- le respondía Mikey caminando de un lado al otro de la habitación de arriba.
- ¡MIKEY TIENE RAZÓN, TE TOCÓ EL CULO!- gritó Gerard muerto de la risa desde el principio de la escalera.
- ¡VOS CALLATE QUE NO TENÉS POR QUÉ MIERDA METERTE, ARTHUR!- le grita Alice roja de rabia, cosa que hizo reír más al cantante.- A demás, no me tocó el culo, vos sos el celoso que comienza a maquinar en su cabecita y…
- NO LO SENTISTE PORQUE ANDÁS CON EL TRASTE HELADO, NENA. ¡PONELO EN ACCIÓN PARA QUE VUELVA LA SENSIBILIDAD!- sigue jodiendo Gerard desde abajo.
- ¡ANDATE A LA MIERDA, ARTHUR!- le grita ella lo más fuerte que pudo, arrojándole el un frasco de desodorante con mucha fuerza. Por suerte logró esquivarlo antes de que cayera sobre su cabeza.
- A ver, a ver…- dice Mikey tomando a la chica por los hombros para que no volviera a levantar nada para lanzar- El problema es entre nosotros dos, ¿okey? El otro nada más quiere hacerte cabrear, ¿sí? ¿Podemos hablar como gente civilizada, sin riesgos a que me lastimes a mí o a nadie más?
Ella lo fulminó con la mirada antes de ceder, levantando las manos en son de paz. Entonces Mike la tomó de la mano dulcemente y la llevó hasta la cama, donde ambos se sentaron.
- Mirá, Alice, sé que te molesta que le haya casi roto la nariz a tu amiguito, ¡pero no podés pedir que después de lo que te hizo enfrente mío lo dejara pasar así como si nada!- dice él frunciendo el entrecejo.
- Está bien que sientas celos, ¡yo también soy celosa! Pero me parece que tendrías que haberte ubicado un poco, o sea… Es mi amigo también.- dice Alice ya un poco más calmada.
- Sí, sí, amigo… Claro…
- Okey, no es nada más un amigo, pero… Entendé que si vos hubieses sido el que se quedó sin respiración en el piso, esta misma charla estaría teniendo con Brendon- le explica ella tocándole un hombro delicadamente.
- Está bien, Alice, está bien. ¿Te puedo hacer una pregunta?- le pregunta dándose la vuelta y mirándola a los ojos.
- Sí, decime…- responde ella perpleja.
- ¿Alguna vez te vas a fijar en mí como algo más que un amigo?- y la toma de una mano, acariciando sus dedos.
- Eso espero, Mikey. Sos un chico muy bueno y dulce. Pero ya no voy a obligar a las cosas que pasen. Voy a dejar que todo transcurra como tiene que ser…- le respondió ella lo más sincera que pudo, apretando su mano entre las suyas, y dejándole más que claro que la posibilidad estaba abierta.
Dos días después, dos días relativamente tranquilos, los chicos tuvieron que volver a Inglaterra. La verdad era que ninguna de las chicas quería volver a la gran isla, menos Alice, quien había pasado el resto de sus días en Francia recorriendo con Brendon.
- No me quiero ir, no te quiero dejar de nuevo- le había dicho la noche antes de irse al cantante de Panic! con lágrimas en los ojos, mientras caminaban alrededor de la Pirámide del Museo del Louvre.
- Yo tampoco quiero que me dejes, pero… Estoy seguro de que nos vamos a ver, y sin la necesidad de que tus amigas me digan adónde viajás- le respondió él tratando de ser positivista, volviendo a tomar su cámara y sacándole más fotos a la estructura de vidrio y aluminio.
- La próxima vez te aviso yo, ¿dale? Y evito tener guardaespaldas que quieran matarte a palos- ambos rieron ante aquel comentario-. Bueno, vos decime lo mismo de tus viajes y eso, así quizás arreglamos para volver a vernos, no sé.
- Sí, sí, obvio…- siguieron caminando muy despacio para contemplar aquella magnífica obra de arte- Hey, Al, mirame- le dice él de improviso. Cuando ella gira para verlo a la cara, él aprovecha y toma una sucesión de fotos.
- Qué gracioso, Bren. Ahora borralas- le dice ella mientras trata de llegar a la cámara, pero el chico era más rápido.
- Nop, éstas se quedan en mi colección especial. Mirá, salís preciosa…- y le muestra las fotos que le había sacado.
- Aff… Está bien, hacé lo que quieras con las fotos.- se rindió Alice.
Dos horas después, tuvo que despedirse de él. Era algo muy duro no saber cuándo ni dónde se iban a reencontrar. Iba a extrañarlo, a demás de ser uno de sus mejores amigos, el chico le gustaba.
Cuando Alice volvió al departamento, ya muy entrada la noche, vio todas las luces prendidas y gente yendo y viniendo. Abrió la puerta, y todos se dieron vuelta para verla. Bueno, todos menos Avie y Avril, quienes brillaban por su ausencia.
- ¿Dónde estabas?- preguntó Anthony muy enojado.
- Les dije que iba a ir a despedirme de Brendon. ¿Por qué? ¿Qué pasa?- se asustó Alice.
- Ni Avie ni Avril están en la casa, no dejaron ningún mensaje ni nada. Tratamos de llamarlas pero no responden sus celulares, y mañana a primera hora tenemos que estar en el aeropuerto con las cosas listas.- le explicó Tony volviendo a tomar su celular y marcar un número.
- ¿Y ahora qué vamos a hacer? ¡No nos podemos ir así como así mañana!- dijo la chica sacándose su abrigo y bufanda.
- Mirá, Alice- comenzó Gerard, quien desde que había llegado al país de los buenos vinos y quesos nunca había estado tan serio-, yo no me puedo quedar acá esperando a que las otras dos se decidan por volver acá a explicar dónde carajo estuvieron. Y mi hermano tampoco. Vos si querés quedarte acá esperando por ellas, hacelo. Pero Mikey y yo mañana a las cinco ya vamos a estar en el aeropuerto.
Ella se quedó de piedra en donde estaba. Ellos tenían razón, no podían quedarse a esperar por algo que quizás no pasara en unas semanas. Las chicas, supuso Alice, ya se habían cansado de los dramas de los demás, y habían decidido irse para tener un descanso. Pero aún así le parecía muy inmaduro que se hubiesen ido sin siquiera dejar una nota de aviso.
- ¿Y si las secuestraron?- preguntó al instante, más preocupada que antes.
- No, es imposible- le dijo Mike-. Yo habría escuchado algo. Me fui a duchar, y cuando salí ya no estaban ellas ni sus cosas. Así que no creo que haya sido un secuestro, quedate tranquila.
- No me puedo quedar tranquila sabiendo que las otras no están, Mikey…- le respondió ella, sentándose aún pensativa en su sillón favorito junto a la biblioteca.
Pasaron toda la noche en vela, esperando por las desaparecidas. Media hora antes de ir hasta el aeropuerto, todos ya tenían listos los bolsos para volver a Leeds, donde el resto los iban a estar esperando. Qué sorpresa se iban a llevar al verlos llegar sin la parejita perfecta.