Todo el grupo de My Chemical estaba esperando a sus
dos amigas en la recepción del hotel. Gracias al cielo los paparazzis se habían
cansado de esperar a que salieran, por lo que a las once de la noche ya no
quedaba nadie afuera. Todos los chicos se habían alistado para ir a un pub no
muy lejos del hotel, al cual podían ir caminando a pesar del frío.
Pasados diez minutos de las once de la noche, ven
aparecer en el ascensor a las dos chicas. Frank y Gerard quedaron impresionados
al verlas: iban vestidas para matar. Hilary, siempre más atrevida a la hora de
vestir, llevaba puesta una pollera de cuero a tablas, una musculosa blanca y
zapatos de plataforma; había alisado su pelo, por lo que le caía hasta la mitad
de la espalda. Alice, por su parte, había decidido ponerse su mejor pantalón de
jean oscuro, botas y una remera abierta a los costados de Panic! At The Disco;
colgando del brazo traía un saco negro.
- Ya era hora- les dijo Gerard, tratando de
disimular su asombro.
- Sólo fueron diez minutos, no es para tanto- le
recriminó Alice, pasando junto a él para acercarse a donde estaba Mikey.
Todos salieron del hotel en grupo, y comenzaron a
caminar. La ciudad era hermosa, aún de noche y con tanto frío. Mike y Alice
iban muy entretenidos hablando, mientras que Frank y Hilary iban atrás del
todo, jugando. Gerard, como siempre, iba al frente, dirigiendo al resto.
Cuando llegaron al pub, buscaron mesas lo más
alejado posible de la puerta, por las dudas. Ocuparon una mesa y todos hicieron
sus pedidos. Tanto Mike como Al iban decididos a pasarla bien, más allá de lo
que pudiera pasar con unas copas de más encima.
- Cinco cervezas, un sex on the beach y un Indiana
Jones, por favor- le pidió Gerard a la mesera.
- Qué aburridos- suelta Alice de repente-. Siempre
cerveza.
- Sólo es el comienzo, enana- le dijo Ray,
despeinándola.
Pasaron dos horas así, tomando y hablando entre
ellos. De a poco el lugar se fue colmando de más gente, que por suerte no los
reconocieron. Para esa altura, los chicos habían pasado de cervezas a whiskies,
vodka y demás bebidas fuertes. Hilary y Alice ya se sentían un poco mareadas,
pero no lo suficiente como para no percatarse de la borrachera de sus amigos.
Hacía media hora Frank había comenzado con sus discursos filosóficos, y Alice
le tomaba el pelo cada dos por tres, haciendo que el resto estallara en risas.
La música había comenzado a sonar más alta, y Hilary
arrastró a Frank a la pista para que dejara de hablar un momento. Bob y Ray
habían ido a la barra a pedir algo más para tomar, ya que la mesera no aparecía
por ningún lado. Mikey, quien se había envalentonado por el alcohol, se alejó,
tratando de no caerse, para hablar con una chica que acababa de entrar al lugar
con un grupo de amigas. Así que sólo Gerard y Alice quedaron en la mesa,
conversando y tratando de omitir la incomodidad que sentían al encontrarse los
dos solos.
- ¿Y por qué te pusiste esa… esa cosa?- preguntó
Gerard, señalando la musculosa de la chica.
- Porque me gusta, Gee- le respondió Alice,
mirándolo a los ojos, esperando la reacción de él.
El chico pone los ojos en blanco mientras toma otro
trago de whiskey. Alice ríe divertida por la cara de él. Se cambia de asiento
para poder estar más cerca del cantante, y de forma inesperada, lo toma del
brazo y apoya su cabeza en su hombro. Siempre le había gustado su perfume, y en
el estado en el que estaba, la volvía aún más loca. Cerró los ojos y aspiró profundamente.
No sabía explicar por qué, pero una sensación de tranquilidad la invadió al
instante.
- Hey, en serio…- le dice Gerard por lo bajo,
obligándola a que lo mire a los ojos- No me gusta esa remera- y frunce
levemente el ceño.
- ¿Y?- replica Alice, en plan de nena caprichosa- A
mí me encanta, Arthur…
Antes de que pudiera seguir hablando, sus labios
chocan con los de Gerard de forma inesperada. Él toma su cara entre las manos y
la acerca aún más hacia sí, como tratando de evitar de que escape. Alice sigue
con el beso. Realmente quería hacerlo, pero hasta entonces no se había
percatado de ello. Ahora sí que la estaba volviendo loca. Gerard parecía estar
ávido de Alice por la forma en que la besaba.
Mikey llega a la mesa acompañado de una chica rubia,
y ambos se sientan en la mesa, cada uno con una bebida en la mano. Al darse
vuelta para hablarle a su hermano, queda con la boca abierta. ¿Esa era Alice?
- ¿Qué pasó acá?- pregunta en voz alta, para que los
otros dos lo escucharan. Al instante, Gerard suelta a Alice, quien lo mira
molesta por la interrupción.
- Ah, hola, Mikey y… Rubia- saluda Gerard haciendo
un movimiento de cabeza. Sin esperar respuesta, se vuelve hacia Al, y la toma
de la mano-. Vení, acompañame afuera.
Y los dos se levantan de la mesa, dejando al bajista
con su chica a solas.
Unos metros más allá, Frank y Hilary estaban
bailando sin preocuparse de empujar a la gente de su alrededor y en cada
descuido de Hil, Frank aprovechaba para besarla. Sin embargo, a los pocos
minutos, el lugar realmente se había llenado, por lo que apenas podían bailar.
- Vayamos a otro lugar- le dice Hil al guitarrista.
- ¿Qué?- le pregunta él, quien entre la música y el
alcohol apenas podía entender lo que decía.
Hilary lo toma del brazo, y casi a la rastra lo saca
del pub en el que estaban. Gracias al cielo, a lo largo de la calle había otros
pubs, bares y discos a los que podían ir. La chica se dirige a la disco más
cercana, y se posicionan en la fila para entrar. Frank, mientras esperaban, se
abrazaba a Hil para no marearse, y le sonríe.
- Estás muy linda hoy- suelta de repente el
muchacho- ¿Querés ser mi novia?- le pregunta al oído, haciendo que la chica
estallara en risas.
- Estás muy borracho, Frankie- le explica ella-.
Después hablamos de eso.
- Está bien, está bien- responde el chico, tratando
de mantenerse en pie.
De la nada, ambos se ven cegados por muchas luces.
Flashes. Flashes de cámaras. Paparazzis.
- ¡Mierda!- grita Frank, quien había entendido lo que
sucedía antes que su compañera.
- ¿Qué hacemos?- le pregunta Hilary, preocupada.
Sabía que a Gerard no le iba a gustar nada eso.
- Acompañame- y la toma de la mano y comienza a
adelantarse en la fila.
Sin importarle los gritos del guardia de seguridad,
ambos entran al local y se mezclan entre las personas que estaban. No pararon
de correr hasta llegar a la otra punta del establecimiento, cerca de la cabina
del DJ.
- ¿Qué hacemos ahora?- pregunta Hil, un poco agitada
por la pequeña carrera que habían emprendido.
- Tenemos que encontrar la salida de emergencia- le
explica Frank, a quien al parecer se le había pasado un poco la borrachera.
Gerard había conducido a Alice hasta un callejón
cercano al pub donde se encontraba el resto del grupo. Ella se encontraba
contra la pared, casi escondida tras el cuerpo del cantante, quien le sacaba
fácilmente una cabeza de alto. De los besos simples habían pasado a aquellos
más profundos, y ahora Gerard se encontraba mordisqueando desde los labios de
la chica hasta su cuello. Alice sentía que en cualquier momento su cabeza iba a
salir volando ante tantas sensaciones placenteras.
En determinado momento, Gerard mordió un poco más
fuerte la piel de Al, haciendo que ella lo apartara de su lado. Riendo, Alice se
frotó la zona adolorida y miró divertida al cantante.
- No tenés remedio, Gee…- susurró, entrecerrando los
ojos- Seguís siendo un animal.
- Lo soy porque sé que te gusta que así sea- le
responde él, acercándose nuevamente, pronto para el ataque.
Pero antes de que pudieran siquiera acercarse a los
labios del otro, una puerta enfrente se abre con gran estrépito, y de ella
salen corriendo dos personas. Una de ellas tropieza y cae al mugroso suelo del
callejón, mientras que la otra, una chica, se encarga de cerrar la puerta.
- ¿Frank?- pregunta extrañado Gerard, mientras lo
ayudaba a levantarse.
- Hilary- la llama Alice, extrañada- ¿Qué pasó? ¿No
estaban bailando en el pub?
- Me aburrí y quise ir a bailar a otro lugar, pero
resulta que…- y se interrumpe al ver que el cantante también estaba prestando
atención a lo que decía.
- ¿Que qué?- preguntó impaciente su amiga.
- Que…- y volvió su mirada de Gerard a Frank,
preocupada por lo que el primero podría llegar a decirles.
- Que nos encontraron unos paparazzis, Gee- concluye
Frank, esperando un grito por parte del cantante.
Los cuatro quedan un rato en silencio.
- Bueno- comienza Gerard-. En ese caso, mejor nos
vamos de acá. Voy a decirles al resto que se tomen un taxi hasta el hotel.
Nosotros salgamos por la otra calle- y sin esperar reproches comenzó a caminar.
Frank y Hilary se miraron extrañados, pero estaban
felices de que no se hubiese puesto en papel de jefe malvado. Al parecer, su
amiga Alice se había encargado de ponerlo de un muy buen humor.